Abril del 2000 TEMPLES DE ADOLFO ÁLVAREZ BARTHE Rosa Olmos. Revista “Crítica de Arte”

 Desde 1988 en que comenzó en el mundo de la pintura, Adolfo Álvarez

 Barhe ha realizado un importante número de exposiciones individuales,

 participado en numerosas colectivas y ferias nacionales e

 internacionales. Este meritorio bagaje profesional, fruto del trabajo

 continuado, ha cristalizado en una personalisima obra basaba en unos

 principios conceptuales y formales a los que se mantiene fiel.

 

 Realidad e irrealidad son dos términos opuestos que, sin embargo,

 sustentan la obra de Alvarez Barthe. Realidad porque presenta un mundo

 de formas reconocibles que provienen de la cultura clásica, del mundo

 renacentista, de la iconografía religiosa. Imágenes pertenecientes al

 acervo cultural común, filtradas por un espíritu moderno que adopta

 los iconos clásicos, se apropia de ellos y los devuelve con una

 intención evocadora e interpretativa, nunca de imitación. Irrealidad

 porque a fuerza de insistir en lo real, en lo mensurable, crea una

 atmósfera de magicismo en la que las imágenes, a las que no les falta

 un cierto toque irónico, toman el valor de arquetipos.

 

 Los escenarios favoritos del pintor son aquellos que se atienene a la

 armonía numérica renacentista, aunque se observa un creciente interés

 por la neutralidad de los fondos, desnudos y simbólicos espacios sobre

 los cuales dar protagonismo a la figura humana, soslayando el rigor

 de las arquitecturas y perspectivas clásicas. Obra que pierde

 racionalidad y gana poesía .