2013 Julio. Revista El Senderín. Nº 9. León LA CONSTELACIÓN SANTIAGO
2015 Abril. Revista El Senderín. Nº 16. León EDITORIAL EL SENDERÍN

¿Coincidió Teresa de Jesús, en sus muchas andanzas, con peregrinos de los distintos caminos de Santiago? Nada nos dice al respecto la santa en sus obras autobiográficas. Pero lo cierto es que no pocos caminos compartieron las huellas de la infatigable fundadora de conventos y las huellas de los peregrinos jacobeos.

 

Teresa de Jesús profesó una vida contemplativa no exenta de experiencias místicas. Pero, a la vez, una extraña fuerza la empujó por los caminos. La espiritualidad no está reñida (más bien lo provoca) con ese impulso que nos obliga a caminar en una dirección.

 

Varios son los estudios que se realizan en 2015 para celebrar el V centenario del nacimiento de Teresa de Cepeda y Ahumada. Entre ellos no faltará el que se refiere a los intentos de proclamarla, junto al apóstol Santiago, compatrona de los reinos de España. Una cosa es la Comunión de los santos y otra la actitud de hombres y mujeres. A buen seguro, Teresa y Santiago comparten, en perfecta armonía, morada en el Paraíso. Pero algunos hombres, en 1617, deciden que la santa andariega, sea compatrona de España. Así que el resto de los hombres no descansa hasta que un año después el patronato teresiano es anulado. Hubo más intentos, y en momentos clave de nuestra historia, de elevar a la santa a la dignidad de patrona. Todos fracasaron.

 

Uno se mide por la altura de sus rivales. Que hiciéramos rivales a dos santos no habla mal de ellos, sino de nosotros. Los amigos de Santiago deben honrar a Teresa.

 

 

Adolfo Álvarez Barthe

2015 Abril. Revista El Senderín. Nº 16. León EDITORIAL EL SENDERÍN
2013 Julio. Revista El Senderín. Nº 9. León LA CONSTELACIÓN SANTIAGO

Hagamos lo que hacen todos los peregrinos. Alcemos nuestra mirada hacia esa Guía y esa Biblia que es la noche estrellada. Identifiquemos la constelación de Orión. No es difícil. En nuestro cielo estrellado de invierno se distingue un gran cuadrilátero formado por cuatro estrellas especialmente brillantes y de diversos colores. En el centro de dicho cuadrilátero hay tres estrellas alineadas que reciben el nombre de El Cinturón. Así que podemos imaginarnos unos hombros, unas rodillas y una cintura.

 

En esta constelación los griegos quisieron ver al gigante cazador Orión, hijo de Poseidón, de quien había recibido (y esto es importante) la facultad de caminar por la superficie del mar. Otras culturas vieron a otros héroes en las mismas estrellas. El cristianismo no alteró el cielo heredado de los griegos. Pero durante los siglos XVI y XVII, y debido al descubrimiento y conquista de América, algunos mapas celestes y no pocas cartas de navegación bautizaron la constelación de Orión con otro nombre.

Durante siglos el mar detuvo el largo peregrinaje del Apóstol Santiago. Pero con el descubrimiento y la evangelización de América muchas nuevas ciudades se llamaron Santiago. Fue necesario que el Apóstol se vistiera con las estrellas de una constelación que pudiera iluminar la noche de los dos hemisferios. Fue preciso que el disfraz elegido para atravesar el océano perteneciera a un héroe que pudiera caminar sobre las aguas. Así nació la constelación Santiago.

 

Pasado el tiempo la leyenda negra desterró de los mapas estelares la figura del Apóstol. Orión volvió a ser el gigante cazador de gran hermosura que se deja acompañar por la constelación del Gran Perro. Cuando los historiadores y los poetas revisaron los contenidos de tan oscura leyenda y empezaron a señalar las muchas luces que brillaron en la España de los Austrias, la figura de Santiago volvió a ganar protagonismo. Ya en el siglo XX, el poeta y dramaturgo francés Paul Claudel estrenó su obra maestra El Zapato de Raso y la dedicó a un pintor español, Josep María Sert. La acción transcurre en un alucinado Siglo de Oro español. Dos amantes separados, una en el hemisferio norte y otro en el sur, miran, como todos los desdichados, el cielo estrellado. En escena aparece la constelación Orión-Santiago. Santiago comunica al público que ve a un hombre y a una mujer que le miran y lloran. Y sentencia: ”No os fallaré”.

 

Adolfo Álvarez Barthe

 

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